(En tres actos)
Acto primero
(Ponga usted Los planetas Opus 32, de Gustav Holst, “Marte”, después lea.)
Viene
del caos.
Es la
creación de algo que explotó,
la luz
embaraza estrellas en la punta de su voz,
brotan los verbos y el principio,
los planetas y la
sangre.
Son
las seis de la mañana
y
el
dragón
aún
no se levanta.
Su
latido se encuentra en la silueta del sol,
de donde brotan las palabras
o las escamas para unas
garras como las suyas,
esperando
el resultado de los cantos que nunca
lo
han tocado.
¿Acaso
no los escucha?
Busca y
sabe que no hay caminos por donde irse.
Se
detiene frente a la retórica del verso
y
se miente a sí mismo.
(Dentro
de él
febrero
viento circula,
la llamarada crece:
emerge
el movimiento y su corazón no tiene miedo.
No
tiene miedo de la aguja que lo hace sentirse dragón.)
Le
piden que experimente una nueva forma de hacer fuego
y
simplemente no la encuentra.
***
Escucha
que la luz llaga al amanecer
y que
los dragones responden con sus alas
a la atención
de
los aires.
Escucha
también que la flor se levanta
por
unos cuantos colores,
unos cuantos pétalos:
que
la dejan vivir.
***
Siente
el dragón
la devastación
del abismo de los sin
significados.
La
cotidianidad
era la
abastecedora de sentidos.
Piden
que haga un experimento
que sea
perfectamente repetible:
su corazón de lava
debe
sembrar poesía en el otro
no
como un experimento,
¡ah,
Huidobro, quién lo dijera,
tú
aquí, en este poema!
***
Ahora
el poeta viste de traje,
firma
con pluma fuente,
se pone anillos y dientes de oro,
y lanza manifiestos que nadie
atiende:
no se escucha a sí
mismo;
otro
fuma pipa,
y
sale en los diarios y usa internet.
escribe,
así,
de esta
forma,
de esta otra
y recibe galardones
para sus ansias.
Intelecto,
Academia,
corre a
lo largo de las reglas
y
de la hoja,
rehén de algún libro.
Acto segundo
(Haga lo siguiente: ponga un
disco de Mozart
y escuche el cuerpo vivo del muerto:
sinfonía número 26, “Pequeña serenata
nocturna”.)
quiero
ver cómo tu grito sube hasta mi grito,
y los
dos podamos desvanecernos en el punto
más
alto:
el orgasmo.
Mi
instinto recorre su instinto,
nos
miramos:
sus
dedos se aprehenden a mi cuerpo y me susurra:
La
piel es el mejor papel sobre el que se puede escribir el placer.
(Descanso: ponga un cassette de
Eugenia León,
escuche “Luz”, de Marcial Alejandro.)
***
Salimos
a la calle y el ruido nos toma,
viene
la miseria a posesionarse de mí y de ella.
Veo al
chofer del microbús que esboza una sonrisa,
la
gente mira asustada porque se dice buenos
días.
***
Nos
sorprende la noche espiándole a sus constelaciones
y a los
planetas Venus y Júpiter,
que
harán conjunción el día 24 de febrero de 1999,
visible
a las 19:00 horas, por Occidente.
Acto tercero
(Tome El Sargento Pimienta, de Los Beatles, y ponga “Un día en la
vida”.)
(Imagine: aparece un actor o
actriz, según se prefiera, frente a usted: representa la vida de Buda o de
Cristo, la de Sócrates o la de Krishnamurti. Más adelante escuche Los conciertos de Brandenburgo, de Johann Sebastian Bach.)
¿El
poema es el mundo?
Fui a
las Olimpiadas de
y gané
medalla de oro en cien versos planos.
Yo gané
en lanzamiento de metáfora
y en
salto de métrica y retórica.
***
Fueron
la vida y el corazón
y la
sangre de mi amada
(sus ojos, su sonrisa),
los que
condujeron a los pasillos del dragón.
(Descanse,
no se agite; ponga la sinfonía No. 8, 2° movimiento, de Beethoven. Aguarde unas
horas. Escuche a Silvio Rodríguez y su disco Al final de este viaje.)
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