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Mostrando entradas de febrero, 2014
Encuentro extraño sobre el río Sena Tanto habló de la familia, que los niños aprendieron a organizarle visitas imaginarias con seres que no solo habían muerto desde hacía tiempo, sino que habían existido en épocas distintas. Gabriel García Márquez Muchos años después , cuando atravesaba el puente de Saint-Michel, sobre el Sena, en París, había de recordar aquella noche remota en que sentí los pasos de un hombre mayor y me entregó, en el instante en que nos cruzamos, un paquete que sería, ahora lo sé, la solución a mis penurias. “No lo abras”, dijo con su rostro óseo y pálido, “hasta que no puedas con el hambre; de lo contrario, pagarás por toda la eternidad el atrevimiento”. Lo soltó con tal certeza que a mí no me cupo la menor duda de que debía acatar el encargo hasta sus últimas consecuencias. Reconozco que la tentación asedió durante quince o diecisiete años, hasta el momento en que no pude más y tomé la decisión de abrirlo. Una de mis grandes influencias, tod
La ballena Me sacudió con suavidad, pero la voz sonó fuerte y aguda: “¡Papá, despierta!” Abrí los ojos; lo miré con la niebla de la somnolencia. “¿Qué pasó?”, dije, con voz aguardentosa. “¡Hay una ballena en mi cuarto!”, contestó, entre asustado y eufórico. “Ah, un muñeco de felpa…” “No, ¡una ballena de verdad!” “Una ballena no puede caber en tu cuarto”, medité, todavía dormido. “Sí, ahí está, ¡ven!”, insistió. Así que me levanté y fui con él. Del puro espanto brinqué hacia atrás: ¡ahí había una ballena en miniatura, efectivamente! “¿De dónde salió este animal!”, grité. “De aquí”, dijo, señalando su cabeza.